EL ALFON-CINISMO: UN PROCERATO DE PAPEL...HIGIÉNICO

El 10 de diciembre de 1983 asumió la Presidencia de la República Raúl Alfonsín. Líder del Partido Radical, pero inscripto en la corriente internacional socialdemócrata, su principal objetivo de Gobierno fue llevar adelante una revolución cultural en Argentina.

"Quizá Raúl Alfonsín haya sido el primer sorprendido, al verse presidente de la República…Con militancia estudiantil reformista, ocupó una banca de diputado nacional y dice adherirse al ‘krausismo’…si bien sus posturas se aproximaron cada vez más a las de la socialdemocracia europea…tal aproximación se acentuaría a lo largo de su gobierno…Consistente en una amalgama de socialismo político y liberalismo económico que, en la Alemania de posguerra, alcanzara el poder con Willy Brandt…Sus ingredientes socialistas inciden en todo lo que se refiere a la cultura y la educación, a las relaciones de la Iglesia y el Estado, a la posición asumida frente a la institución familiar y a las Fuerzas Armadas, resultando coincidentes con las propuestas articuladas en 1889 por la Segunda Internacional…El pensamiento del italiano Antonio Gramsci…también se hace presente en las formulaciones socialdemócratas…” (Gallardo, Juan Luis. Crónica de cinco siglos. 1492-1992, 334-335)

 Su gobierno se propuso, pues, subvertir los principios sobre los que se fundaban las Instituciones fundamentales de la Patria. Lo primero para llevar adelante este trastocamiento era eliminar de la vida social y cultural todo tipo de censura; lo único que sería censurable sería no ser demócrata. De este modo, se difundió en la sociedad argentina el “destape”. La pornografía, las groserías, las palabras soeces, las blasfemias, las burlas e insultos a las Instituciones y a los valores más sagrados se hicieron frecuente en la vida social y en los medios de comunicación. El paso siguiente fue modificar la estructura de la familia, atacando el fundamento de la autoridad paterna, equiparando los hijos matrimoniales con los extramatrimoniales, y sancionando la ley del divorcio. Mientras tanto se condenaba la Guerra antisubversiva y se juzgaba a quienes la habían llevado adelante; se desmalvinizaba –procurando eliminar de la memoria social los valores que dicha gesta había sacado a la luz, se ocultaban los hechos de heroísmo y se difundían y amplificaban las miserias que en la misma hubo-; y se atacaban los dogmas y la moral católicos. En este sentido se llevó adelante un Congreso Pedagógica que tenía por objetivo transformar los valores sobre los que se fundaba la educación de niños y jóvenes, profundizando el modelo laicista del 1882, y buscando limitar la acción de los centros educativos privados. Paralelamente, se intentó sancionar una ley que desmontara la estructura del Sindicalismo Peronista Ortodoxo. Mientras, sectores del Peronismo afines con la orientación del Gobierno alfonsinista llevaban adelante un proceso de “modernización” del Movimiento, que tendiera a hacer del mismo un Partido “democrático”, abandonando la tradición Nacional y Movimientista.

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