EL SENTIDO DE LA VIDA EN LA ERA POSMODERNA

"Hallar el sentido de la propia vida, en una era como esta, no es tarea sencilla. No simplemente porque el pluralismo moderno privatice el sentido y lo diversifique dentro del propio conjunto social, sino porque el nihilismo posmoderno barre las referencias trascendentales a las que el sentido aún buscaba sujetarse para volverse compartido: el Bien, la Verdad, la Belleza, la Historia, la Patria, el Hombre, el Trabajo. Estas categorías van siendo desalojadas de nuestro mundo. ¿Qué queda del Bien allí donde infinidad de subgrupos exhiben concepciones morales totalmente distintas dentro de una misma sociedad? ¿Qué queda de la Verdad allí donde la sobreinformación, la chatarra mediática y la cacofonía digital generan un ruido ensordecedor en el que es casi imposible discriminar lo verdadero de lo falso? ¿Qué queda de la Belleza allí donde gran parte del arte contemporáneo apuesta por la fealdad, vendiendo 'mierda de artista enlatada' hasta camas destendidas con botellas de alcohol y condones usados encima de ellas? ¿Qué queda de la historia allí donde apocalipsis nucleares, climáticos y pandémicos aterrorizan las perspectivas de futuro de la sociedad, y la confianza en el progreso desaparece? ¿Qué queda de la Patria allí donde las fronteras se vuelven totalmente permeables, la migración descontrolada amenaza con cambios culturales e idiosincráticos radicales y los Estados ceden cada vez más su soberanía a las organizaciones internacionales? ¿Qué queda del Hombre en una sociedad manejada por robots y por inteligencia artificial? ¿Qué queda del Trabajo en un contexto en el que las vocaciones ya no son estables, los trabajos no se sostienen en el tiempo, la automatización 'inteligente' avanza sin cesar y la noción de 'carrera' va desapareciendo?"
(AGUSTÍN LAJE, La generación idiota. Una crítica al adolescentrismo. Hojas del Sur. Buenos Aires, pp.74-75)



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