ORDEN O CAOS

 “Ser de derechas es tener una cierta idea del orden, y estar convencidos de que tal orden es requisito imprescindible para que pueda existir no sólo justicia…sino también cualquier forma de vida superior”, nos dice José Javier Esparza. Tal vez éste sea el punto neurálgico que separa a las derechas y a las izquierdas. La vida humana y social se construye y sostiene fundándose en un orden, y es justamente el orden lo primero que procuran atacar, y si pueden derribar, las diversas corrientes deletéreas de la izquierda. Escribe al respecto Russel Kirk:

     “Dicho orden ha sido creado para el hombre, y el hombre ha sido creado para él; la naturaleza del hombre es invariable y las verdades morales son inalterables.
Aquí, la palabra orden significa armonía. El orden asume dos aspectos o tipos: el orden íntimo del alma y el exterior de la comunidad.”

     Orden y armonía se encuentran, pues, íntimamente relacionados, ya que el orden es la integración armónica de distintas partes desiguales dirigidas a un fin común que les da unidad. Esta armonía se da en un momento dado y en continuidad con un pasado que la fue estructurando. Orden, armonía y continuidad son por tanto tres pilares fundamentales de la vida humana tanto en lo individual como en lo social. La izquierda es todo lo contrario. Veamos.

     La Revolución Francesa fue la que dio inicio a esta ubicación espacial de las diversas tendencias políticas. Si bien en los siglos anteriores a la misma existieron revueltas que implicaron rupturas, sin embargo la francesa es la arquetípica, por los cambios que introdujo y porque sirvió de modelo a las revoluciones que vinieron en los siglos siguientes. Con la Revolución Francesa comienza el cuestionamiento de ciertas desigualdades sociales, no sólo las que implicaban una injusticia. Así se comenzaron a presentar las relaciones sociales en términos de conflicto y no de armonía. Se comenzó a considerar toda desigualdad como violenta, y a requerirse el uso de la violencia, expresada a través de diversos tipos de revueltas, para reparar la supuesta, o real, injusticia social.

     De un lado pues las ideas de orden, armonía y continuidad; del otro, las de conflicto, revuelta y ruptura…En definitiva, el caos...

    Por otra parte, el esfuerzo por recuperar el orden en la sociedad requiere también que trabajemos sobre el orden en nuestro interior. Escribe al respecto Plinio Correa de Olivêira: “Señalamos como la más potente fuerza propulsora de la Revolución, el dinamismo de las pasiones humanas desencadenadas en un odio metafísico…contra la virtud, contra el bien y, especialmente, contra la jerarquía…Y es en el vigor de alma…donde es preciso procurar la serena, noble y eficientísima fuerza propulsora de la Contra-Revolución.” (Revolución y Contra-Revolución. Ediciones Tradición, Familia, Propiedad. Buenos Aires. 1992, p. 118)


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