TRADICIÓN Y REVOLUCIÓN

 "La forma en que el hombre moderno experimenta el mundo se abre a la batalla cultural...

   Esta forma de experimentar el mundo sobreviene cuando la tradición...ha sido destruida, no solo en sus contenidos concretos, sino en sus funciones generales consistentes en mantener una sólida cohesión en los sistemas sociales de sentido. Y la tradición pierde su peso en directa proporción al aumento del peso de la racionalización del mundo, lo cual significa que la transmisión de caracteres sociales e individuales deviene consciente y abierta a la discusión sistemática cuando una nueva mentalidad se reconoce capaz de destruir el mundo para volver a levantarlo conforme los dictados de la voluntad y la Razón, con mayúscula, como Hayek la escribía, denunciando sus excesos. Cuando Nietzsche anticipaba en 1888, en 'La voluntad de poder', lo que vendría al mundo de manera indefectible, esto es, 'el advenimiento del nihilismo', probablemente estaba reconociendo el fin de la tradición como mecanismo de articulación social. ¿Qué es el nihilismo, acaso, sino la negación absoluta y radical de cualquier valor, creencia o costumbre que la tradición haya procurado alguna vez transmitir y fijar?

    La tradición es tiempo inconscientemente acumulado. La revolución es tiempo conscientemente destruido. La destrucción del tiempo simboliza un corte radical con la historia; el hombre moderno se reconoce amargamente como un producto de ella y busca su emancipación: no se quiere criatura, sino creador." (AGUSTÍN LAJE, La batalla cultural. Reflexiones críticas para una Nueva Derecha)



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