LA VIEJA ARGENTINA

LUIS SÁENZ PEÑA
    Luis nació en Buenos Aires el 2 de abril de 1822. Su padre fue Roque Julián Sáenz Peña, juez de la cámara de apelaciones y miembro de la Legislatura de Buenos Aires en tiempos de Juan Manuel de Rosas.
     En 1843 Luis terminó los estudios de cirugía en la Universidad de Buenos Aires y dos años después los de abogacía en la misma casa de altos estudios. Se desempeñó en la Academia Teórica de Jurisprudencia, pero luego de la caída de Rosas se apartó de toda actividad pública debido a la estrecha vinculación de su familia con aquel gobierno.
     En 1860 fue convencional constituyente tras la reincorporación de Buenos Aires a la Confederación, y a partir de ahí comenzó una activa participación pública. Fue senador en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires en 1870; diputado nacional en 1873; presidente de la Cámara de Diputados, Vicegobernador de la Provincia en 1874; vocal de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia en 1882; ministro de la Corte Suprema de Justicia de la nación en 1890; y finalmente Presidente de la República, en 1892. Prácticamente impoluto. Tenía al momento de su postulación 70 años. Era un ferviente católico, padre de siete hijos. Prestigioso profesionalmente. No tenía pretensiones manifiestas. No cargaba con ninguna mancha ética. Le tocó gobernar en momentos álgidos de la vida política argentina, y debió renunciar en 1895.
     Las contrariedades que debió afrontar como Presidente no manchan su honor, ya que fue un verdadero representante del viejo Patriciado porteño y un ejemplo de las rancias virtudes sobre las que se edificaba la antigua sociedad argentina. Amigo del cacique namuncurá, una vez pacificado el sur argentino, intercedió para que su hijo Ceferino, quien alcanzó la gloria de los altares, estudiara en el Colegio los padres salesianos.
     Falleció el 4 de diciembre de 1907, a los ochenta y cinco años de edad. El padre Antonio Rasore escribió sobre él en el periódico La Buena Lectura:
     “El ciudadano integérrimo y el cristiano sencillo ha muerto como ha vivido, lleno de fortaleza, sonriente ante el mundo de la eternidad; cuyas puertas se abrían ante sus ojos, alentado con las dulces esperanzas de la fe cristiana. Reconciliado con Dios por la absolución del sacerdote, alimentado con el sagrado viático de la Eucaristía, ungidos sis sentidos con el óleo santo, abandonó su espíritu la morada del cuerpo, para volar a las inmensas regiones donde la vida no se acaba.”

Comentarios

  1. Una interesante y olvidada figura política.
    ¿Qué libros recomiendan para conocerlo mas en profundidad?

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