ENFRENTAMIENTOS POLÍTICOS EN LA ARGENTINA DE LA DÉCADA DEL 30

En esta Cámara, desde luego, se cruzan todos los caminos de la inteligencia y todas las rutas del sentimiento nacional. Pero dos son las rutas principales. Hay algunos que son movidos consciente o inconscientemente por fuerzas morales e intelectuales que parten de la doctrina de San Pablo, de la teoría del pecado, del concepto del horror por la fornicación, del culto por el ascetismo; (...) influye el preconcepto del sacramento, la idea de la inmutabilidad de las formas familiares y la tendencia intelectual de  buscar en la interpretación de los Libros Santos la verdad que ha de iluminar su camino.
Estamos nosotros en la otra ruta, en la ruta de la ciencia, del amor y de la libertad; hombres que leemos los Libros Santos como documentos humanos (...), en la ciencia buscamos la interpretación de los fenómenos (...) y no en los textos escritos. Tenemos una mente apta para pensar en las cosas e instituciones, en su continuo devenir y evolución, no petrificadas y fosilizadas en formas inmutables. Influyen en nosotros las conquistas laicas, la creación del amor romántico, la secularización de la vida y de las instituciones (...) es la evolución laica y liberal del país, que iniciada desde los albores de la Revolución reclama ahora la ley del divorcio, para conquistar inmediatamente después la separación de la Iglesia y del Estado”
(Discurso del Diputado socialista Américo Ghioldi, Sesión del 22-IX-32)

La representación socialista y el propio señor diputado Repetto (...) (han) invitado al ministro del Interior a que diera las razones en virtud de las cuales ha dictado un decreto prohibiendo el uso de la bandera roja (...)
Disiento fundamentalmente con la creencia de que éste sea un país internacional, y pertenezco a un sector de la opinión pública que piensa en forma diametralmente opuesta y a un partido esencialmente nacionalista, y por estas razones le presto mi apoyo al mantenimiento del decreto dictado por el gobierno de la nación” 
(Discurso del Diputado conservador Manuel Fresco, 1933)

     Los discursos precedentes son una muestra de los temas por donde pasaba el debate político en la década del 30. Eran tiempos de fuertes contrastes en las ideas. La presencia de la Rusia comunista, y la reacción que reafirmaba las identidades nacionales frente a la amenaza roja, dividían a las sociedades del mundo occidental. En muchos países se iban conformando Frentes Nacionales y Frentes Populares, se agrupaban las Derechas y las Izquierdas. El asesinato del diputado Calvo Sotelo desataba en España el drama que ya se venía gestando desde tiempo atrás.  Nuestra Patria no era ajena a tales enfrentamientos, y los altercados callejeros eran un síntoma de las divisiones que agitaban los espíritus: “en esas calles (de Buenos Aires) se rezaba y se desfilaba, se cruzaban marcialmente los pendones y se hincaban las rodillas de los militantes para recibir la Sagrada Forma, como sucedió durante las jornadas del Congreso Eucarístico. En estas calles ahora mercantilizadas, los camaradas se agrupaban entonces por legiones; peregrinos a veces, oradores elocuentes las más, y en circunstancias soldados, cuando la hez del marxismo volvía necesario responder a sus ataques y desafueros con la legítima fortaleza heroica.”    

     Podríamos clasificar algunos de los principios que estaban en juego del siguiente modo:

DERECHA:
ORDEN, JERARQUÍA, FAMILIA, PROPIEDAD, TRADICIÓN, PATRIA-SÍMBOLOS PATRIOS, RELIGIÓN

IAQUIERDA:
REVOLUCIÓN, IGUALITARISMO, DISOLUCIÓN FAMILIAR, COLECTIVISMO, CAMBIO, INTERNACIONALISMO-BANDERA ROJA, ATEÍSMO-LAICISMO

     La Iglesia, las Fuerzas Armadas, las fuerzas conservadoras y nacionalistas, defendían el Orden, la Jerarquía, la Familia, etc.; comunistas, socialistas, liberales, la Masonería, procuraban imponer los principios de la Revolución, del Cambio, del Internacionalismo. 
Orden o Revolución: La sociedad humana está constituida sobre un Orden que brota de la misma constitución intrínseca de la persona. El hombre debe establecer el orden dentro de sí -sometiendo las pasiones y los  sentimientos a la voluntad, y ésta a la inteligencia-. Dicho Orden interior se debe proyectar en la familia, en la que los padres como cabeza de dicha institución deben guiar la educación -que no es otra cosa que el ordenamiento interior- de sus hijos. Finalmente, el Orden familiar se prolonga en la vida social y política, en la que cada persona, cada familia, y cada grupo debe cumplir una función encaminada al Bien Común, el cual es protegido y orientado por la Cabeza del Estado.
     La Revolución ha trastocado dicho Orden. Fundada en los principios de Libertad e Igualdad ha entendido a la primera no en su definición clásica: libertad interior de todo vicio y error y desarrollo de una vida virtuosa; sino como libertad de las Instituciones intermedias, dejando a la persona inerme ante un Estado que tiende peligrosamente a volverse totalitario. Esta “Libertad” proclamada por la Revolución es una libertad desarraigada de todo fundamento ontológico, es espontaneidad para dar rienda suelta al desorden de las pasiones. Es la exaltación, por tanto, del más férreo individualismo y egoísmo, que busca evadirse de toda traba y limitación, alzándose, como ya queda dicho, contra las Instituciones intermedias, que son el ámbito a partir de las cuales se desarrolla la verdadera libertad: familia, escuela, gremios, congregaciones religiosas, asociaciones profesionales, Universidad. Paradójicamente, la ofensiva contra las instituciones intermedias provoca el sobredimensionamiento del Estado, y la imposición de un totalitarismo que persigue a la auténtica libertad, e impone una libertad “desordenada”.
      El líder de la III Tercera República Francesa, Clemenceau, definió: “Desde la Revolución, estamos en rebeldía contra la autoridad divina y humana”.

Jerarquía o Igualitarismo: Toda organización social requiere, como ya hemos dicho, un Orden. Es necesario, por tanto, una Jerarquía; establecer la Comunidad sobre los principios del Mando y la Obediencia. La desigualdad, pues, es intrínseca al Orden social. Incluso la desigualdad en el campo de lo económico, lo que no significa aceptar situaciones de injusticia. La auténtica desigualdad social debe fundarse en la Justicia, y no puede ni debe tolerar la miseria. Una cosa es que cada uno ocupe el lugar que le corresponde en la escala social, y otra es la justicia -e incluso la caridad- que se debe a cada miembro de la sociedad.
   La Revolución, al imponer el Igualitarismo, principio más subversivo aun que el de Libertad mal entendida, conduce a una situación de anarquía social.

Familia o disolución familiar: El Orden social tradicional está fundado en la institución familiar basada en el Matrimonio sacramental. La Revolución también atentó en fases sucesivas contra la misma. Primero fue el Matrimonio Civil, luego el Divorcio, la no discriminación entre hijos legítimos e ilegítimos. Hoy día vemos cómo trabaja por imponer el Aborto, y las uniones homosexuales. De este modo el fundamento de la sociedad queda totalmente trastocado.

Propiedad privada o Colectivismo: “La comunidad real es gobernada por el amor y la caridad, no por la compulsión. Por medio de las iglesias, las asociaciones de voluntarios, los gobiernos locales y una variedad de instituciones” .Las instituciones intermedias juegan un papel fundamental en el desarrollo de una comunidad sana. Partiendo de la familia, pasando por las asociaciones profesionales y gremiales, la sociedad requiere el correcto entramado de dichas organizaciones. Actividades fundamentales, como la atención sanitaria y la educación estaban tradicionalmente a cargo de Instituciones religiosas. La Caridad cristiana asistía, a través de religiosas y religiosos a enfermos y niños. El colectivismo moderno ha convertido al Estado en administrador de tan importantes acciones. Maestros, médicos y enfermeros se han convertido en meros funcionarios. Este proceso secularizador ha convertido a la Salud y a la Educación en “derechos” masivos asegurados (no siempre) por el Estado, pero vacíos de alma, de calor humano (y Divino). “La sociedad humana necesita urgentemente a la verdadera comunidad, y la verdadera comunidad está a un mundo de distancia del colectivismo”. Para que las diversas Instituciones puedan cumplir con la labor que les corresponde se debe preservar el derecho de propiedad. Todo lo contrario de las corrientes socializantes propias de la Izquierda.
Tradición o cambio: La sabiduría heredada o el cambio permanente, el frenesí por lo novedoso, el progreso de la ciencia y la técnica como panacea de la humanidad, son otras de las divergencias que han enfrentado a los defensores de la Tradición, por un lado,  y a los novadores, por otro. “El pasado es una gran reserva de sabiduría. Como dijo Burke: ‘el individuo es estúpido, pero la especie es sabia’. Los conservadores creen que necesitamos guiarnos a nosotros mismos por las tradiciones morales, la experiencia social y el entero y complejo cuerpo de conocimiento legado por nuestros antepasados. El conservador apela más allá de las epidérmicas opiniones del momento a lo que Chesterton llamaba ‘la democracia de los muertos’, esto es, las valiosas opiniones de los hombres y mujeres sabios que nos precedieron con su experiencia en el tiempo. El conservador, por decirlo de una manera breve, sabe que no nació ayer.”

Patriotismo o Internacionalismo: Durante las primeras décadas del siglo XX una de las posturas defendidas por las izquierdas fue el Internacionalismo, el desprecio de las tradiciones o símbolos patrios, ya que para ellas éstos representaban los intereses de la “Burguesía”. En lugar de Patria y su bandera celeste y blanca, el trapo rojo.

Religión o Secularismo y ateísmo: Así como las diferencias acerca de la pertenencia nacional se desprende de los textos que integran el copete del presente trabajo, de ellos también se deduce el rechazo hacia la Fe por parte de los sectores de la izquierda, ya que de esta primera negación radical derivan las restantes negaciones. Para los defensores del Orden “los hombres y las naciones están gobernados por leyes morales; y esas leyes tienen su origen en una sabiduría que es más que humana, en la justicia divina”. En tanto, para sus impugnadores la secularización y el ateísmo son un progreso social.  

     Las fuerzas políticas que se inclinaban hacia la defensa de los valores tradicionales eran, en la década estudiada, los Nacionalistas, surgidos al calor de la lucha contra el último yrigoyenismo, radicalmente opuestos al sistema; y el conservadurismo, que vio surgir en su interior a sectores que evolucionaron desde una posición originalmente proclive al liberalismo hacia posturas auténticamente conservadoras. 

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