ACERCA DE LAS NUEVAS IZQUIERDAS Y NUEVAS DERECHAS
La Revolución Francesa consagró la división entre “izquierdas aceleradas” y “derechas retardatarias”, y toda la historia posterior es, de algún modo, una lucha entre estos dos modos de enfrentar la vida. No obstante, debe decirse que cada época tiene sus rasgos particulares, los cuales provocan que derechas e izquierdas vayan adaptándose a las nuevas realidades.
La caída del comunismo soviético pudo hacer pensar que la izquierda llegaba a su fin, pero ésta supo reinventarse. La esencia de la misma es que siempre va a estar del lado de todo lo que subvierta el orden social, político, económico, cultural; en tanto las derechas procurarán restaurar aquellos valores, principios y/o instituciones jaqueados por la acción del zurderío.
Durante las últimas décadas la izquierda se ha vuelto cada vez más decadente y estúpida, defendiendo causas ridículas. Nuevas formas de feminismo, fundadas en la llamada “ideología de género” imponen formas risibles de neolenguaje (“todas, todos, todes”). Todo podría parecer inocente hasta que el zurdaje muestra sus garras y sus colmillos cuando se convierte en el gran abanderado del homicidio prenatal. De la mano con el feminismo va el wokismo.
En lo político, la izquierda se caracteriza por defender formas de “democracia jacobina”, que en nombre de las mayorías impone totalitariamente, desde el poder, las nuevas ideologías creando secretarias, subsecretarías, departamentos, oficinas, y un largo etcétera. El crecimiento del Estado provocado por este democratismo va acompañado de políticas económicas socializantes. Un Estado cada vez más omniabarcativo, que esquilma, que empobrece y que impone el “berretismo”. Todo, en nombre de los pobres, pero respondiendo a las directivas de elites globalistas billonarias.
Para rematar su perversidad, la progresía, fundada en ideologías y filosofías nacidas en Occidente, reniega de los verdaderos fundamentos de Occidente y promueve un “multiculturalismo” y un “antietnocentrismo”, que odia profundamente a la civilización occidental, blanca y cristiana.
Frente a tales dislates, a las Nuevas Derechas les corresponde la defensa de la familia tradicional y de las diferencias naturales entre mujeres y varones, sin inventos raros. En lo político, es necesario afirmar un orden constitucional con equilibrios de poderes que ponga frenos al centralismo y totalitarismo que las formas democratistas jacobinas propician. Un orden constitucional que se funde en un Estado pequeño que se ocupe de la justicia, la seguridad y el orden público. Por último, será necesario volver una y otra vez sobre los fundamentos de nuestra civilización: venimos de la filosofía griega, del derecho romano y de la Fe en Cristo.
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